Cuando faltan pocos días para el 5 de marzo, la fecha indicada como el inicio formal de las clases, ni el Gobierno nacional, ni los gobiernos de las provincias y CABA, y tampoco los propietarios de escuelas privadas, están dando ningún tipo de señal que demuestre su voluntad política de resolver la problemática salarial de los maestros y profesores de las distintas ramas y niveles de la enseñanza.
El salario docente no es un problema nuevo en la Argentina. Sin embargo, el Gobierno nacional dio por “inexistente” la herramienta con la cual en la última década (2006/2016) los docentes –incluidos los privados– acordamos el piso salarial de la docencia argentina y los criterios para la conformación de haberes. Se trata de la Paritaria Nacional Docente, creada en el marco de la ley de financiamiento educativo N° 26.075 , y su decreto reglamentario 457.
En su lugar, el Gobierno Nacional dictó el Decreto 52/18 a través del cual dice “ordenar” la relación con los sindicatos docentes. Allí excluye la materia salarial. En sus argumentaciones, el Gobierno sostiene que “la Paritaria nunca existió” y “que no se puede derogar lo que no existía”. De este modo, el Decreto 52 dispone una Mesa de Negociación del Convenio Marco para tratar otras materias que no sean el salario.
Queremos decirle al lector –vinculado o no con las comunidades educativas– que la paritaria sí existió. Funcionó incluso un año durante el actual Gobierno, en 2016. Desde que existe tuvo efectos concretos y directos sobre los trabajadores de la educación, sean ellos estatales o privados. Dichos efectos fueron de orden salarial o vinculados a las condiciones de trabajo.
Merece destacarse el Programa Nuestra Escuela, surgido de un Acuerdo Paritario suscripto el 29/10/2013, que promovió una política de formación docente continúa situada, universal, gratuita y en servicio. Miles de docentes fueron capacitados a través de Nuestra Escuela. Las organizaciones sindicales participamos en forma directa en la selección de criterios de evaluación y hubo financiamiento específico para tales fines.
El proceso de negociación colectiva articulada generó que las jurisdicciones fueran creando sus ámbitos de discusión para encarar la conformación del salario, sus componentes, las escalas y, por supuesto, los aumentos que percibían los trabajadores. La Paritaria Nacional operó como marco general y como piso salarial en la negociación que luego avanzaba en las jurisdicciones y en CABA. Con diversidad de modalidades, las provincias ensayaron distintas formas de encarar este proceso que objetivamente, funcionó durante diez años.
En materia salarial la Paritaria Nacional no solo definía el piso debajo del cual no podía estar ningún docente en la Argentina, sino que acordó criterios para componentes salariales como lo son el FONID (Fondo Nacional de Incentivo Docente) y Fondo de Compensación Salarial como ayuda para aquellas provincias que no llegaban al piso.
Los docentes privados, además de participar en el debate general en tanto y en cuento nuestros salarios son como mínimo los que perciben los docentes estatales, logramos un ámbito propio: la CONEP (Comisión Negociadora de la Enseñanza Privada) con el objetivo de recibir y adecuar los acuerdos generales al ámbito particular de la enseñanza privada. Dicha comisión fue creada en articulación en el otro espacio propio: el Consejo Gremial de Enseñanza Privada.
En ese consejo se tratan también los salarios de los docentes denominados extra-programáticos y de academias. Ambas espacios, uno por la ley y el otro por las partes que lo componen, están vigentes y deberán ser convocados a la brevedad.
La destrucción de este sistema que contempló formas específicas de negociación colectiva para los trabajadores de un sistema educativo nacional con fuentes de financiamiento y funcionamientos diversos, es un hecho grave del que deberían tomas nota en principios los integrantes de la comunidad educativa, los actores sociales, los legisladores oficialistas y opositores y la sociedad en general. El ya alicaído salario docente ha sufrido un golpe al corazón.
El primer efecto es la profundización de la dispersión y fragmentación de los sueldos que perciben maestros y profesores. Veinticuatro salarios básicos, veinticuatro escalas, veinticuatro composiciones del salario inicial. ¿Cuánto gana un docente hoy en la Argentina? Un país que se precie de tal, ¿debe admitir la inexistencia de una regulación nacional para –nada más y nada menos– que el sueldo de sus docentes?
Rarezas y desenlaces cuando nuestro país busca reflejarse en el sistema educativo de Finlandia que ubicó a los docentes en el centro de sus preocupaciones y promovió para tal fin la categoría de “justicia educativa” que supone, entre otros factores, el crecimiento del salario docente.
* Secretaria general del Sindicato de Docentes Particulares.